Con puntualidad inglesa me dediqué a esperar mientras un tropel de chiquillos sudados retozaba alegremente alrededor de mí. La verdad es que en aquél momento no entendía muchas cosas. No entendía porqué el sonidista empezaba a testear los micrófonos a las 19:30, no entendía porqué le pasaban al público propaganda idiota, ni porqué hacían uso de un acto gutural (o cultural, lo que el lector tenga a bien) para vender la idea de la ampliación del Canal. Pero sobre todas las cosas, la incógnita más importante era ¿por qué había tanto chiquillo?!
Tal vez habría sido mejor enterarme antes o enterarme muchísimo después, pero el espectáculo correspondiente al martes 14 de febrero era la representación teatral de la cucarachita Mandinga, para la cual no me quedé.
Lo cierto es que mientras esperaba, me dediqué a incordiar al personal haciendo fotos de todo lo que se moviera y de lo que no, razón por la cual hoy presento ante ustedes mis más trilladísimas fotos del Edificio de la Administración del Canal, a la espera de un espectáculo dantescamente soporífero.
Actividades alternas: Intentos fallidos de fotografiar aviones en movimiento.
La velocidad de obturación era irremediablemente lenta. El resultado fue fatal. No, no tengo disculpa razonable.
Parejas:
Finalmente oscureció, dejaron de pasar los aviones, los niños se cansaron de revolotear, las madres de negarles el raspao y no aparecía la maldita Cucaracha, ni nada de lo que representa, por lo tanto me fui...
1 comentario:
la irremediablemente lenta es bonita
Publicar un comentario