Bio sabiduría materno-infantil

Estando en Flamenco miraba los yatecitos, cuando se acerca una señora con aires de correctísima madremaestra de primaria, acompañada de un par de niñas tímidas con cara de amedrentadas, que tendrían cerca de 9 años. Las niñas se vieron atraidas por unos peces de mala muerte que se veían desde la baranda y después de una pintoresca conversación con doña rectora sobre cuál sería la mejor forma de pescar, la mujer finalmente les pregunta a las chicas si serían capaces de comer algun animal pescado ahí en la Bahía, a lo que haciendo uso del sentido común las niñas responden con un rotundo no. No contenta con sus ya tediosísimas lecciones, la siguiente pregunta del cuestionario era por qué. Las chicas se quedaron calladas y ya la mujer empezaba a desesperarse. Junto a ellas, había un grupo de holandeses recién desembarcados. Una de las niñas se animó a decir "no sé" y la mujer la felicitó tanto como si hubiese dicho la respuesta que ella esperaba, y entonces empezó a explicarles con prolijidad y con intención de ser escuchada por todos los presentes (con énfasis en todo el que tuviese pinta de turista fervoroso) que en la Bahía de Panamá es donde desembocan todas las porquerías de la ciudad sin excepción. Luego de esa última obvia enseñanza, me fui satisfecha y me alejé del discipulado.